sábado, 18 de febrero de 2012

Sentarse sobre un hormiguero

Probablemente pocas cosas que he aprendido en este punto que perfectamente se puede situar en la mitad de mi vida y de no retorno. Una de ellas es que la sabiduría y el conocimiento no son objeto de escaparatismo ni mercadería. 
He tenido el inmenso placer de conocer al maestro PierAngelo Pelucchi. El maestro Pelucchi posee la sabiduría por inmensidad y la humildad por birrete. A pocos hombres he conocido con una capacidad de trabajo tan grande. A pocos Maestros de esa talla se les puede estigmatizar por tener la sonrisa como inalienable arma didáctica, y la cordura como bálsamo en una profesión plagada de pretenciosos cantantes que viven con la creencia de haber sido tocadas por el dedo de Dios.
Si no hubiese sido el gran director de orquesta que es, bien pudiera haber arreglado los problemas que arrastramos del Oriente Medio. Es un negociador nato que te gana siempre desde el "buenrrollismo".
Sabe perfectamente colocar un NO con la convicción de un coronel con galones, pero sin que resquebraje relaciones ni se reabran heridas conocidas.
He estudiado el Cosi fan tutte como se le exige a un buen director de escena, con la misma intensidad y pasión con la que Don Alfonso monta su estrategia. He hecho la cirugía precisa para mantener a un Da Ponte que no me gusta, pero al que he de respetar por amor Mozart.
Juro que podría confrontarme, desde mi lado del río, con cualquiera que me quiera fusilarme usando los propios argumentos de mi Cosi. Pero sentarse frente al maestro es un ejercicio de empequeñecimiento muy sano, y de aprendizaje constante.... !Cosi fan tutte¡

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