jueves, 15 de marzo de 2012

Primer Acto: camino hacia la locura...

 Hay veces que los montajes comienzan con un puñetazo al estómago del espectador. Como director de escena los prefiero. No me gusta los espectáculos insulsos donde el director de escena o musical, son meros árbitros de fútbol, para los que lo mejor que les puede suceder, es pasar inadvertidos.
La escena es riesgo. La escena es ver con ojos de hoy, tramas y acontecimientos de un pasado inmediato o lejano. Es acercar a una señora de Escaleritas o a un administrativo de San Cristóbal la trama ideada por el tandem Mozart - Da Ponte. Y no debería ser tan complicado porque las pasiones no cambian, son las mismas desde que el hombre es hombre. El verdadero escollo es enfrentarse al purismo que erróneamente se convierte en lápida y rezos donde la parte talibán de la inutilidad cultural, encalla.
Y como en todo viaje astral, a veces la luz es tanta que casi te ciega y te impide caminar. A día de hoy no sé si prefiero quedarme ciego por pelotazos lumínicos, que son sólo fuego de artificio, o ciego de buscar en la oscuridad para avanzar y crear....
No es este ninguno de los dos caso. Convivimos con nuestra panza de burro habitual, pero no me voy a quejar de la luminosidad del elenco y todos los equipos que se articulan alrededor de esta idea de circo en tiempos de guerra lírica que me tocó parir.
Siempre me pasa lo mismo cuando arranco cualquier trabajo de dirección de escena. Todo está programado en nuestra cabeza, y milimétricamente descargamos compás a compás nuestro libro de dirección para compartirlo con los demás.... Y es ahí cuando me asaltan los miedos... Acabo siempre por pensar si las matemáticas no están enfrentadas al arte. Y el irreverente creador que llevo dentro, en un alarde de democracia falseada y de toma en consideración de los aportes del elenco, abre la mano hasta el punto donde sé realmente que los otros pueden tocar la valla, pero nunca saltarla.... Y en las noches de luna llena me asalta la sensación de que soy un nazi que dirige un campo de concentración que tortura con música de Mozart. A veces incluso, me he visto sentado delante de un inquisitorial tribunal de las Artes y yo adheriéndome a la teoría de la "negación del holocausto"....
En fin, cosas de director de escena.....
Buenas noches....